Los ciudadanos y consumidores deben estar en el centro de las políticas de seguridad de los gobiernos. Esta es una visión de problematización de las agendas públicas que adquiere mayor fuerza en lo macro (seguridad nacional y seguridad pública) y en lo micro (seguridad privada y seguridad de productos y servicios). Antes de entrar a debate hay que recordar que el significado básico de seguridad es vivir libre de amenazas o temor, o etimológicamente cualidad de “estar sin cuidado”, es decir, vivir libre de preocupaciones. Y qué es lo que más nos preocupa como seres humanos: nuestra vida y el desarrollo de nuestras familias y, por supuesto, nuestro patrimonio que nos permite alcanzar lo primero.
En lo macro: Seguridad Nacional y Seguridad Pública
Cambiar la gravitación copernicana del objeto referente de protección del Estado al individuo es bastante reciente en materia de seguridad. Esta es una escuela de pensamiento que resurgió con mucha fuerza durante los primeros años de la post Guerra Fría. A este movimiento se le conoce como la escuela de Copenhague [1] que impulsó con mucha fuerza intelectual el concepto de seguridad multidimensional. Este pensamiento fue la base del desarrollo de las ideas de la seguridad humana que posteriormente sustentaron el concepto de la Responsabilidad de Proteger en el seno de las Naciones Unidas.
La Guerra Fría y los conceptos realistas de las Relaciones Internacionales relegaron a un segundo término a los ciudadanos de las políticas de seguridad nacional. En otras palabras, el objeto referente de protección de las políticas de seguridad nacional no era la nación ni los individuos, era el Estado o el gobierno en turno. Esta escuela de pensamiento tuvo su punto más alto en América Latina durante las dictaduras militares o regímenes autoritarios denominados de “seguridad nacional”. En esta época se violaron sistemáticamente los derechos humanos de amplios sectores de la población que ponían en riesgo intereses económicos de las élites en el poder. La reacción inmediata fue el surgimiento de movimientos guerrilleros rurales y urbanos en países como Colombia, Perú, Uruguay, Brasil y en la mayoría de los países Centroamericanos. La violación de los derechos políticos de sectores marginados de la toma de decisiones provocó que varios grupos subnacionales decidieran tomar la vía de las armas y, lo que es peor, decidieron convertirse en grupos armados que practicaron el uso de violencia sistemática no sólo en contra de sus gobiernos sino también en contra de población civil.
En reacción al concepto estatocéntrico de las políticas de seguridad nacional se antepone una visión completamente liberal y antropocéntrica que coloca en el centro de la atención de los gobiernos a las personas. Por lo anterior, se empiezan a repensar las amenazas, riesgos y vulnerabilidades que afectan a los Estados en términos mucho más sociales y humanos. En consecuencia, la escuela de la Seguridad Humana recoge las inquietudes de científicos sociales y líderes de opinión que ven en la agenda de desarrollo humano un potencial de mayor atención por parte de organizaciones internacionales y de los propios gobiernos. De esta manera, llegan a posicionarse como amenazas a la seguridad de las naciones temas como el cambio climático y los desastres naturales (seguridad medioambiental); pobreza, desigualdad y pandemias como el VIH en África (seguridad societal); la libertad a vivir sin temor y a la libre participación política (seguridad política); así como los efectos perniciosos de las crisis financieras internacionales y la sustentabilidad energética (seguridad económica).
En el ámbito de la seguridad pública el discurso en América Latina cambió profundamente después de las amargas experiencias autoritarias, que incluso arrastraron a algunos países a guerras civiles. Es por ello que se posicionó con mucha fuerza los conceptos de seguridad democrática y, ahora sobre todo, el de seguridad ciudadana. El cambio de paradigma incluye una mayor participación ciudadana en materia de seguridad, que los agentes del orden (policías) tengan mayor proximidad o acercamiento con sus comunidades, la valoración de la participación activa del sector privado (empresarios) y la promoción de la cultura de la paz. En países como Chile, Colombia y Costa Rica es donde estos conceptos, que colocan al ciudadano en el centro de la acción del Estado, han tenido un gran desarrollo y éxito las políticas de seguridad pública.
En lo micro: Seguridad Privada y Seguridad de Productos y Servicios
Las amenazas a la seguridad de las personas ahora tienen un claro componente multidimensional. Es decir, los factores que vulneran la posibilidad de vivir sin miedo y a un pleno desarrollo trastocan varios ámbitos como el político, económico, social y medioambiental. Es por ello que el Estado (gobierno) se ha visto rebasado en su capacidad para resolver por si solo las amenazas que vulneran a su nación (población). Es por ello que tanto los gobiernos como la sociedad han reclamado una mayor coparticipación público-privada en esta materia. Incluso se ha llegado al debate bizantino sobre el monopolio le bizantino sobre el monopolio luso te como la sociedad ha reclamado una mayor coparticiacial. Es decir, los factores que vulneregítimo del uso de la fuerza o de la exclusividad que tiene el Estado en materia de seguridad pública y nacional.
El concepto de seguridad privada atiende tanto la protección de la integridad y vida de las personas como de su patrimonio, claramente es un concepto liberal. Por otro lado, en el siglo XX surgió con mucha fuerza en Estados Unidos y Europa el concepto de seguridad de productos, que no es otra cosa que los bienes y servicios que se ofrecen a los consumidores cumplan con normas o estándares que garanticen su seguridad personal o patrimonial. Esta es una agenda con mucho futuro para México y América Latina por la necesidad que tienen muchos sectores de regular la calidad de sus productos o servicios en beneficio de los consumidores.
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